lunes, 28 de septiembre de 2009

Ben Sahar pide Perdón

Por Johan Einstein (Desde Jerusalén)
El nuevo fichaje del espanyol, Ben Sahar está inmerso en el momento más importante del año. Comenzó ayer domingo al anochecer. No me refiero a su partido contra el Xerez, sino al inicio del Día del Perdón (Yom Kipur), la jornada más sagrada para el judaísmo.

Una fecha que los judios celebran y respetan desde hace miles de años pero que el público español ignoraba hasta que llegó el fútbol. Fue hace unos años cuando la estrella israelí Haim Revivo se exhibía en el Celta de Vigo. Al coincidir su partido de Liga con el Yom Kipur, los aficionados se enteraron de qué va el tema. Incluso fue entrevistado en el Larguero, programa que mezcló esa noche picardia, sensibilidad, humor y mucha ignorancia.

Yom Kipur no es solo el nombre de la guerra del 73 en la que varios países arabes sorprendieron y atacaron a Israel, aprovechando que ese día el país se repartía en las sinagogas y casas.

Yom Kipur es una jornada de reflexión muy profunda. De perdón interior y exterior. De ayuno. De un grito a Dios para que perdone todo lo que uno ha hecho mal a lo largo del año. Y no es poco. Yo creo que una persona sea de la religión que sea necesita más de un dia para repasar sus errores. ¡¡Y no digo ya los árbitros españoles!!

Gracias a Revivo

El Kipur español de Revivo reflejó que el fútbol no es solo el opio del pueblo o 22 personas corriendo detrás de un balón y un hombre de negro. Es también una plataforma de conocimiento, una especie de wikipedia en abierto y expuesto a miles y miles de personas.

Gracias a Revivo, los gallegos aprendieron qué es el Yom Kipur o, por ejemplo, el Rosh Ashana, es decir, el inicio del año nuevo judío (han entrado en el año 5770).

Gracias a Ben Sahar, los pericos pedirán perdón por su pecados y rezarán para una gran temporada. Esto es el fútbol. Lo que no han hecho décadas de incompletos programas de educación que no acercaban al español medio el significado del islam, el judaísmo y otras religiones, lo consigue un joven goleador.

Manda huevos. Perdón.

martes, 22 de septiembre de 2009

City-ManU, 3 piernas rotas y un hueso de pollo



Por Rocheteau
No trago al Manchester United. Será por ese aire de superioridad de bibliotecario raspa de Ferguson, por esa atroz camiseta de rugby a 13 o quizás sólo porque en el fútbol, como en los bares, siempre hay uno que te cae muy mal en cuanto echas el primer vistazo a la barra. Por la caspa en la chaqueta, los carrillos colorados o su puta manía de mascar chicle con la boca abierta. En el caso de Ferguson, por las tres cosas.

El ManU volvió a hacer de ManU el domingo. Jugando con los titulares contra un City sin Adebayor, consiguió que el árbitro anunciase 4 minutos de descuento (y diese 6) en un segundo tiempo sin expulsiones ni pérdidas de tiempo, ganó con un gol que la gente atribuye a Michael Owen pero que fue del pase de Ryan Giggs (lo único, junto con alguna camiseta collector de George Best, que merecería la pena salvar de un incendio en Old Trafford),

Todo el mundo se ha escandalizado con el supuesto "directo a la mandíbula" que el único jugador del mundo a la vez sin cuello ni cerebro (Craig Bellamy) habría lanzado a un seguidor del United que saltó al campo. Sinceramente, a mí me parece más bien un cachete (ver vídeo). El caso es que sin entrar en si lo de Bellamy fue un uppercut o una caricia (como el aborto, las treguas de ETA o la foto de Coppi e Bartali, todo es cuestión de opiniones), estamos exagerando.

No sólo porque cuando el galés se enfada de verdad prefiere cascarle a la gente con palos de golf (que le pregunten al noruego Riise, que se llevó en las piernas un hierro 5 del amigo Bellamy sólo por no afinar en un karaoke), sino porque lo de ayer no fue nada comparado con los buenos derbys de Manchester.

Policías en el vestuario

Marzo de 1974. Mike Doyle y Lou Macari, ambos del Manchester City, son expulsados. El testarudo Macari, de origen italiano, y Doyle, un clásico de los celestes que jugó 13 temporadas con los de "Superbia in Proelio", decidieron que no dejaban el campo. Y allí se quedaron. Los árbitros enviaron a los vestuarios a los otros 22 hasta que Macari y Doyle cedieron. Entonces, colocaron a dos policías en la puerta del vestuario para que no podieran volver a salir.

George Best también tuvo su arrancada chechena en 1970, cuando le rompió la pierna al anónimo Glyn Pardoe. Lo peor no fue eso, sino que los médicos estuvieron a punto de amputársela del estado en que quedó. Pardoe es sólo uno más de los jugadores que entraron futbolistas a un derby de Maine Road, como se le conocía antiguamente, y salieron jubilados. Como Alf Inge Haaland, al que Roy Keane dejó como una mina antipersonal en 2001.

No son los únicos mártires del City. Otro famoso es Colin Bell. En 1975, el capitán del United, Martin Buchanan (carnicero en inglés: butcher), pagó su frustración por una derrota por 4-0 rompiéndole la pierna. Cuentan las crónicas que años después estaba sentado a una mesa de varias personas intentando entablar conversación con un conocido actor, Kevin Kennedy. Mientras Buchanan sacaba su mejor repertorio de chistes, Kennedy, sin decir nada, le pasó un plato con un muslo de pollo partido, con una nota: "La pierna de Colin Bell".

Y ya llegamos al momento cumbre de la inquina rojo-celeste. 27 de abril de 1974. Denis Law, escocés y antigua estrella del ManU, juega sus últimos años de carrera con el City. Los diablos rojos pueden caer a la segunda división en caso de derrota. Su defensa parece una colección de postes telegráficos. Lee cruza un pase entre cuatro piernas y encuentra a Law, cuyo instinto gira sutilmente y bate a Alex Stepney de un humillante taconazo. Law elude festejar el gol, rodeado del júbilo de sus compañeros.

Lo peor llegó al final del partido. Mirad el vídeo en el que se le ve caminar, cabizbajo y apenado, hacia los vestuarios, mientras miles de fans invaden el campo festejando el descenso a los infiernos del odiado vecino. Denis Law salió con sus dos piernas intactas. Pero él tampoco volvió a vestir la camiseta del City.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Ocho libres y directos: Maradona

Halftown
Para los que no recordamos el Mundial 86, ni veíamos el Calcio cuando sólo había dos cadenas, Maradona no es más que una letra de Calamaro. Un gordo impertinente. Un yonki endiosado. Cuando nos hablan de él, no pensamos en el gol -el genial o el tramposo- a Inglaterra, sino en ese cocainómano con mullet anunciando la Super Nintendo con la camiseta del Sevilla, o en esa celebración subidón-subidón-subidón tras un gol a Grecia en USA 94. Todavía hoy vive de las rentas de una Copa del Mundo ganada hace veintitrés años, mientras la selección argentina que dirige las pasa reputas para poder al menos participar en la del año que viene.

Sole Leyva
Me sigo quedando duro cuando veo el gol de Maradona a Inglaterra pero para mi el Pelusa lleva ya muerto mucho, exactamente desde que dejó el fútbol. Que si sus sospechosas amistades, que si se opera para perder kilos, que si le da un jama y tiene que ser ingresado, que si se choca contra una farola,...filfa. Ni siquiera me importa que le pase bajo sus órdenes a los subcampeones de las Malvinas, que si le echan o no. Allá ellos. Hace años que no me hacen vibrar, que no juegan bien al fútbol. Lo único que me importa ya del diez es su ascendencia sobre su yerno, el Kun y sus consejitos de los cojones para que se marche a Italia. Cada vez que veo su oronda figura por el palco de la caldera me entra el canguele. Entonces sí que me vuelvo a quedar duro.

Víctor Enciso
Sólo se debe estar gordo para jugar, no para entrenar. No te fíes, Diego, de la musculatura de las ideas de banquillo. Regresa al paso lento del jugador más rápido de nuestros ojos. Regresa a Riquelme. Porque si no, aunque tu Argentina se clasifique, no te llevarás a África ninguna bandera. Y eso adelgaza el ánimo. Engorda el fútbol, que nos están empezando a sonar las tripas.

Rocheteau
Andaba yo perdido por Spaccanapoli, una calle fina como una lama que divide en dos el centro de Nápoles, cuando giro a la derecha y me encuentro con un altar en la pared. Hay muchos en Nápoles, pero éste no tenía una madonna ni un Padre Pío, sino un pelo de Maradona. Un jodido cabello rizado, espeso como un cable eléctrico, curvo como una falta parabólica del enano mágico, junto a una oración dedicada al Dios zurdo. Los quioscos siguen decorados con pósters macilentos del 10, las esquinas mordidas, el azul cielo carcomido por el sol... pero los italianos que rezan a Padre Pío le dan la selección a Lippi. Tendrías que haberte quedado en el puto altar, Maradona.

Miguel Bujalance
Diego, no les hagas caso, dicen que no sabes entrenar, que no tienes experiencia o que tienes la cabeza en la luna blanca del salpicadero. Puede que tu mediocampo sea una mezcla de geriátrico y sardana, pero tú ves más que ellos y ellos no te ven. Me da igual que Heinze tenga que estar sentado en el banquillo del Tribunal Penal de La Haya o que tus porteros tengan sentimientos esquizoides. Diego, nos vengaremos en el mundial. Es imposible que un picapedrero como Dunga pueda volver a ganarte. Tranquilo, convoca de nuevo a Ayala y repesca al Mono Burgos, a Batistuta y a Caniggia. Nombra jefe de prensa a Valdano y, antes del partido contra Uruguay, desnuda a Cristina K para que la plantilla pueda desfogarse. Diego, nos reiremos del mundo en Sudáfrica. Yo creo en Dios.

Johan Einstein
A los 8 años, le descubrí. Casi tan pequeño como yo pero más gordito. Se llamaba Diego Armando Maradona y hacía maravillas con una mandarina ante 100.000 espectadores. De su talento natural no habia discusión. De su actual fracaso como entrenador, tampoco. Yo sólo me acuerdo del Pelusa que no aceptó mi petición para jugar juntos en la playa de Castelldefels. Uno de sus chicos se excusó. Dios necesitaba dormir. Y soñar que un día seria entrenador de Argentina...

Lola Dirceu
Los dioses también vuelcan zarpa en la cisterna del baño. A los dioses les graban follando con mujeres que no son la madre de sus hijas. Los dioses se hacen fotos con capos después de comer a la sombra del Vesubio. Vulnerables, coquetean con el más allá en un hospital con el corazón como un balón de Pilates. También empapan de ron las barbas de Fidel, se fuman billetes de 500 pavos con el Ché tatuado en el bíceps y alientan revoluciones bolivarianas en un photocall. Los dioses no saben de moral, ética o deontológica ni en el trabajo ni en la vida porque no les sale de los huevos. Pero cuidado, que se metan a confeccionar alineaciones en ese país donde el fútbol da más proteínas que la carne roja. Ponerse el anorak con el escudo de la AFA bordado en el pecho y seleccionar en la grama a los 11 argentinos mejor preparados para jugar al fútbol es un pecado mortal que ni Dios redime. Hasta la iglesia maradoniana reniega de su ídolo, ahora que Argentina olvida el camino a Sudáfrica o percibe la senda como un milagro. Pero una beatificación no tiene marcha atrás, aunque te sientes en un banquillo en el vulgar papel de entrenador. Así que pongan velas a San Genaro, que le den la camiseta del Napoli con la publi de Mars y le saquen de esa silla eléctrica sobre la que se asienta la ilusión de un pueblo con muchos problemas consigo mismo.

Nick Panzeri
Suele decirse en el mundo del toro que los grandes diestros no sirven para apoderados; que para construir una figura del toreo hace falta al lado un banderillero amargado por los complejos de no haber podido llegar a figura. El símil sirve para el fútbol también. Con las contadas excepciones de algún Cruyff o Guardiola de turno, los grandes revolucionarios de la pizarra son jugadores mediocres, gladiadores de medio pelo o gente que jamás se calzó unas botas de tacos: Helenio Herrera, Rinus Michels, Sacchi, Wenger, Benítez... Diferentes estilos pero carreras triunfales todas ellas en los banquillos. Es decir, ser un crack con la pelota en los pies no suele ir ligado a tener la pelota en la cabeza como necesita cualquier entrenador. A Maradona le sucede esto mismo. Es el mejor jugador de todos los tiempos, pero no sabe interpretar lo que pasa en el campo. Sus inquebrantables códigos de amistad no sirven para este cargo. Jugar con Heinze, Palermo y Schiavi por fidelidad y denostar a Higuaín (y casi a Milito) por lo mismo no sirve en un puesto donde la máxima es (y debe ser) el vender (sentar) a tu propio padre si es encesario.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Madrid y Milán, las peores apuestas de bwin en Champions

Por Sebastián Dulbeca
Prueba de agudeza visual: si el escudo está en su sitio -a la altura del corazón, dispuesto para ser besuqueado- compitiendo en tamaño con la pirámide de Adidas, flanqueados por la bandera-pin de España que tanto gusta en Europa a Del Nido y por el muy de la Iniciativa Dharma sello de homenaje del Bernabéu, ¿que falta en la camiseta grisoscurocasinegro con la que Cristiano, Kaka & Cía. se acaban de desvirgar en Champions? Cierto: la publicidad, pequeño detalle.

Resulta que en Zurich, en el partido más esperado de la recién iniciada campaña europea, la puesta de largo del futbolín deluxe de Floren en su camino hacia la Finalísima en su propio estadio, el patrocinador oficial del club ha sido sorprendentemente eliminado de la pechera con la misma pericia que hubiera demostrado Stalin con el Photoshop. Un asunto que desde el propio club se despachaba con cierta resignación antes del encuentro: "Las autoridades suizas sólo permiten exhibir publicidad de apuestas cuando las realizan determinadas empresas públicas. En consecuencia y dado que Suiza no está sujeto al marco jurídico de la Unión Europea, el Real Madrid y bwin, han optado por no mostrar la marca bwin.com en las camisetas de juego durante el partido de esta noche".

Suiza, el país que ha hecho fortuna con la evasión de capitales y el paraíso en el que tiene su sede la propia UEFA, en contra de las timbas y el ruleteo on line. Curiosa lección de ética.

No queda ahí el drama para bwin: el Milan (Grupo C, como el Real), al que también esponsoriza, pasará por el zuriqués Letzigrund el 12 de diciembre... con sus magliette rojinegras convenientemente retocadas. O lo que es lo mismo: bwin será invisible -no aparecerá, pero se supone que pagará- en dos de los seis partidos de la fase de grupos de la Liga de Campeones. Un negocio tan redondo como un balón pinchado.

En semejantes circunstancias, cabría preguntarse qué sería de la secular neutralidad suiza en caso de recibir como local al vecino Casino Salzburgo, clásico de la máxima competición continental de fútbol por equipos.



Incluso se podría especular acerca de lo que supone para un jugador musulmán lucir la herética publicidad de una casa de juego. Ya el sevillista Kanouté dio alguna pista al respecto al disputar 45 minutos de la Supercopa de Europa de 2006 con un cinta adhesiva en mitad de su zamarra.

Pero en ciertas ocasiones, mejor no apostar.